El 11 teníamos una reunión a las 9 en la casa de huéspedes de Schwager con la cúpula empresarial. Llegaron a mi casa en un vehículo Isidoro Carrillo, Wladimir Araneda y Danilo González (“El Candy”). Y tu no estay escuchando la radio El Carbón, me dijo Wladimir. Los pacos le habían prohibido a la radio dar las noticias, sólo podían transmitir música. Los compañeros se fueron y yo me fui a la administración; no había reunión.
El partido ordenó sacar a la gente de la mina. Eran cuatro piques: Chiflón Carlos, Pique Grande Arturo, Pique Nuevo y Pique Alberto, algunos unidos abajo. Salieron casi todos, sólo quedaron algunos bombeando el agua para que no se inundara la mina. Les dijimos que había un golpe de Estado, pero no sabíamos que pasaba en Santiago. El partido mandó gente a Concepción en busca de noticias. Yo junté a mi gente en el barrio Chiflón y después fui al barrio Arturo. A todos los dije que las balas no preguntan color político ni religioso. Algunos pensaban que un regimiento iba a estar con nosotros.
Al día siguiente hubo acuerdo para que ningún dirigente durmiera en su casa. Ese mismo día en la Escuela Arturo, cerca del retén de Calero, tomaron a Luis Flores y a Dino Vásquez, mis compañeros de partido. Habían estado reunidos con la dirección. Se corrió la bola de que estaban agarrando a los dirigentes y los estaban matando. Hablé con algunos dirigentes. Les dije que no hiciéramos la huevá más dramática y dura para la gente y les pidiéramos que salieran a trabajar.